Existe un Teatro que intenta alcanzar lo sagrado.
Que crea y no re-crea.
Que no reproduce y tampoco imita, sino que es.
Ese teatro, como dice Peter Brook, vuelve visible lo invisible.
Tangible lo intangible.
Nos pone en contacto con otras realidades, o quizás, con otras dimensiones de nuestra realidad.
Abre compuertas secretas de nuestra percepción y nuestra conciencia, nos atrae o nos repele, pero nunca nos deja indiferentes.
Le quita el sueño a quien lo busca, y está bien que así sea,
pues es un Teatro para despertar.
Hablamos de un teatro ritual,
que abra un espacio-tiempo extracotidiano
que permita religar nuestros fragmentos y nos otorgue sentido.
Creemos en un Teatro que transforma.
Y caminamos en busca de él.
Perdidos del origen y de toda certeza,
avanzamos sosteniendo preguntas por la vía del intento.
Que nos guíe la inquietud